Ningyo significa “pez humano” y es un yokai. Normalmente se traduce como sirena, aunque no son iguales a lo que conocemos en occidente como tal. Son más feas y son peces a partir del cuello. Su cara es humana, pero con boca es la de un mono y dientes de pez. Sus escamas son brillantes y su voz tranquila, como una alondra o una flauta. Su tamaño es muy variable, desde el de un niño pequeño a un mar extenso.
Antiguamente, se creía que cazar un ningyo era señal de mal augurio, trayendo tsunamis y tormentas. Por eso, si un pescador atrapaba uno, lo lanzaba de vuelta al mar. Además, podían maldecir a los humanos para capturarlos, aunque no comían su carne. Debido a su apariencia y a sus poderes, se evitaban a toda costa.
Una de las historias más famosas del folclore japonés con relación al ningyo habla sobre un pescador que un día cogió un pez muy extraño. Para celebrarlo, invitó a sus amigos a comerlo. Uno de los invitados entró a la cocina y vio que el pez tenía cabeza humana, así que dijo a los otros que no lo comieran. Los invitados lo escondieron en papel, para tirarlo luego en el camino a casa. Pero uno de ellos se olvidó y se lo dio a su hija como regalo. Al darse cuenta, intentó evitar que su hija lo comiera, temiendo que estuviera envenenado, pero era demasiado tarde. Nada pasó y el padre dejó de preocuparse. Los años pasaron y la hija se casó. Su marido envejeció y murió, mientras que ella seguía joven. Por eso se dice que, si comes carne de sirena, vivirás eternamente joven.
Ningyo


