El universo original era una masa uniforme aceitosa, parecida a la gelatina. De esta masa surgieron los cinco dioses principales. Después, surgieron otras siete generaciones nuevas de dioses y diosas. Los más jóvenes eran Izanagi (hombre) e Izanami (mujer) y los demás dioses les encargaron la creación de la primera tierra. Para ello, contaron con una lanza sagrada decorada con joyas. Izanami e Izanagi fueron al puente flotante del cielo, que une el mundo de arriba con el de abajo, y agitaron las profundidades. Cuando sacaron la lanza, cayeron gotas de ella y formaron la isla Onogoro.
Los dos dioses descendieron del cielo y se instalaron en la isla. Construyeron allí su hogar y clavaron la lanza en el suelo, creando el Pilar Celestial. Inventaron un ritual de matrimonio, en el que daban vueltas al pilar en direcciones opuestas hasta encontrarse. Cuando se encontraron, Izanami, la deidad femenina, habló primero. Los dos se unieron, pero su primer hijo, salió deforme. Pusieron a Hiruko, el niño sanguijuela, en una barca de juncos y lo lanzaron al mar.
Le preguntaron a los dioses sobre lo que habían hecho mal. Resultó que Izanami había hablado primero durante el ritual de matrimonio y tuvieron que ejecutarlo de nuevo, siendo Izanagi el que habló primero. Esta vez, los primeros retoños de la diosa fueron las islas del archipiélago japonés. Más tarde, dio a luz a dioses y diosas vinculados con los fenómenos naturales, como el viento y las montañas, y también con la cultura. Pero al dar a luz al dios del fuego, Kagutsuchi, murió debido a las quemaduras que le provocó. Mientras moría, surgieron más dioses a partir de su orina, vómito y excrementos. Las lágrimas de Izanagi también dieron vida a nuevos dioses. Este, furioso, le cortó la cabeza al dios del fuego, cuya muerte dio lugar al nacimiento de más dioses aún.
Mito de la creación
Yomi, la tierra de los muertos
Tras la muerte de Izanami, Izanagi estaba desesperado y decidió ir a buscarla al reino de los muertos, Yomi. Pero Izanami ya había probado la comida de allí, por lo que no podía volver al mundo de los vivos. Izanami debía hablar con los dioses del inframundo y, mientras, Izanagi tenía prohibido mirarla. El deseo de ver a la diosa de nuevo era tan grande que Izanagi rompió una púa de su peine y la encendió, como si fuera una antorcha. Así pudo ver el cuerpo putrefacto de Izanami, lleno de gusanos.
El dios intentó huir de allí e Izanami mandó tras é demonios, guerreros y brujas. Izanami estaba alcanzándolo e Izanagi le cortó el paso con una gran piedra que selló la entrada al inframundo. Allí se enfrentaron. Izanami amenazó con matar cada día a mil vasallos del reino de los vivos e Izanagi contraatacó diciendo que él daría nacimiento a mil quinientos. Llegaron a un acuerdo: la cifra de nacimientos y fallecimientos se mantendría en la misma proporción. Así declararon el fin de su matrimonio y comenzó la muerte para todos los seres.

Creación del mundo

Tierra de los muertos

La diosa se encuentra en Yomi en estado de descomposición.
Los dioses mayores
Al volver del mundo de los muertos, Izanagi sintió la necesidad de purificarse para librarse de toda la suciedad que lo había contaminado en el mundo inferior. Al llegar a un río, se libró de sus ropas y adornos. Allí donde caía una prenda u objeto, nacía una deidad del suelo. Surgieron más dioses cuando Izanagi se sumergió en el agua para limpiarse. Pero fue al lavar su cara cuando surgieron los dioses más importantes: Amaterasu, de su ojo izquierdo; Tsukuyomi, de su ojo derecho; y Susanoo, de su nariz.
Entonces Izanagi dividió el mundo entre ellos. A Amaterasu le entregó el cielo, pues era la diosa sol. A Tsukuyomi le entregó la noche, pues era el dios luna. Finalmente, a Susanoo le entregó los mares, pues era el dios del viento y la tormenta. Susanoo no estaba contento y le dijo a su padre que prefería estar con su madre en el reino de los muertos. Izanagi, encolerizado, lo desterró.